lunes, 3 de octubre de 2011

Dudas profundas con un obrero en casa

Hoy tengo 1 obrero en casa. Sí, uno. La cantidad es humilde, pero los tiempos no están para ir contratando empleados con unos emolumentos de unos 500€ por la mano de obra (sin contar el material) por lo que calculo serán unas tres horas de trabajo... Para lo que hemos encargado tampoco hace falta más (digo operarios, no gastos). En fin, que me voy del tema.
El caso es: ¿cuántas dudas surgen cuando tiene uno a otra persona en casa? Alguien a quien has dejado entrar en la intimidad del hogar y, como en mi caso, ha llegado a ver tus camas deshechas y a tí sin peinar; pero que no tiene estatus de "invitado" como tal. No le hemos pedido que se siente en los sofás ni él se ha sentido con la libertad de hacerlo. Sin embargo, ¿Cómo es esta "nano-relación" de unas horas en las que tú, aunque no quieras, eres un poco anfitrión? ¿Lo tratas de usted? Si ves que saca el material pero lo hace sin cuidado, dejando las herramientas en tu inmaculada tarima hiper sensible a rayazos, ¿le dices algo? ¿Y el momento de "¿quiere usted tomar algo?"? Eso si ya has resuelto aquello de tutearlo o no. Yo lo he estado pensando: ¿se lo digo o no se lo digo? ¿son horas de un café o preferirá un carajillo? ¡Ay madre, si no me queda azúcar! Al final me ha dicho que no y aquí paz y después gloria.
Mi reflexión es: que en este mundo de las obras en casa un pajarillo debe saber tomar decisiones, y más teniendo en cuenta que puedes conseguir ciertos beneficios siendo amable, eso es más antiguo que chantajear a las madres. Todo en esta vida supone decidir el "¿lo hago o no lo hago?", y si lo hago "¿cómo lo hago?". Y luego cerrar los ojos, cruzar los dedos y pensar "por favor, que me quede azúcar y sea lo que Dios quiera".

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