miércoles, 30 de noviembre de 2011

Biblioteca Nacional

Este post va a estar dedicado a la Biblioteca Nacional (¡olé!), en su tercer centenario. Un organismo que no por nombrado sigue siendo para muchos ciertamente desconocido. En realidad desde hace unos años viene siguiendo una política de accesibilidad al gran público que hay que aplaudir, pero que no es la que le ha caracterizado siempre.
Hasta hace bien poco, ha sido una institución conocida casi exclusivamente por investigadores y estudiosos, no porque el gran público no quisiera acercarse un poco más a ella, sino porque su política de acceso ha sido bastante restrictiva, con la lógica excepción de su maravillosa sala de lectura, de la que adjunto una foto de principios de siglo (me chiflan las fotos antiguas, y lo bueno de eso es que según van pasando los años hay mayores probablidades de ir apareciendo en algunas de ellas, jejeje)


Algunos datos curiosos sobre la Biblioteca Nacional:
1. Es una de las más antiguas del mundo, considerada por la ALA (pedazo de American Library Association) como de "1ª generación" dentro de las B. Nacionales del mundo por el origen y antigüedad de su colección primigenia.
2. Tenemos que agradecer su creación a Felipe V, el primer Borbón reinante en España. Precisamente su origen data del S.XVIII (recordemos La Ilustración) como Biblioteca Real.

3. El primer bibliotecario mayor fue precisamente el confesor del rey.
4. Su primera sede se encontraba en un pasadizo (que puede visitarse aún hoy) entre el Real Alcázar (actual Palacio Real) y el convento de la Encarnación.
5. Los bibliotecarios, reconocidos como "criados de la casa real", debían conocer el latín, griego, hebreo y árabe, Historia, Arqueología, Teología así como conocimientos jurídicos. (¡No quiero ni imaginarme esas oposiciones!)
6. No pasó a ser una institución pública hasta el S.XIX
7. Reune, a través de la recopilación del Depósito Legal, todas las publicaciones documentales que se registran en España, de absolutamente todo tipo de materiales.
8. Guarda algunos tesoros como el Poema del Mío Cid (S.XIII) o la primera Gramática del castellano (S.XV)
9. La actual sede (ha tenido varias durante estos tres siglos) ha sido testigo de numerosísimos capítulos pertenecientes a la historia de la ciudad, como la construcción de la Gran Vía o este desfile de la Falange.


Recomiendo a todos ver el reportaje de Informe Semanal del pasado sábado (26 Nov. 2011)

lunes, 21 de noviembre de 2011

Amanece que no es poco (o ser votante en España )

No sé qué pensar de estas elecciones. La verdad es que desde un principio me resistía a opinar sobre esta campaña (incluyendo los debates televisivos) y no dar demasiado la chapa con el tema, pero al final me he rendido porque he visto con sorpresa como al final NO VA A CAMBIAR NADA.
Eh, pero que no me rindo a la hora de soñar con otra política en este país, que vaya esto por delante. Pero es que no puedo evitar pensar qué le pasa a gran parte de los votantes españoles cuando llega un día como el de ayer. Porque desde que tengo uso de razón hemos pasado de ser gobernados por unos o por otros, punto y final. Esto nos lleva a un balanceo eterno del que servidora se confiesa terriblemente aburrida. ¿Es que no hay otras opciones para nosotros, los españoles? ¿Por qué nosotros mismos lo queremos así? No es éste el pulso yo que percibo en la calle. Sin embargo al final veo que, en gran medida somos un pueblo que no duda en darle mayoría absoluta a un partido y cuando se tercia, hacerlo con el opuesto. ¿Es que no tenemos ideales? ¿Votamos sólo por castigar al partido que habíamos votado hacía 4 años? ¿Es porque vamos a votar con la convicción de que será, por siempre jamás, a uno u a otro?

Todo esto me lleva a pensar que, efectivamente, muchísimos de nosotros acudimos a las urnas sin ideología ninguna. Podemos pasar de la derecha a la izquierda de una legislatura a la otra llanamente porque las cosas no fueron como nosotros pensábamos o no nos fue bien. Y me parece una razón legítima. 

No quiero disculpar a ningún partido con esto. De hecho, no soy votante ni de PSOE ni de PP, creo que nunca lo seré, no los he votado nunca y no lo haré ahora. Pero es que saco dos conclusiones de esto, y las dos son un tanto inquietantes...

1.) Lo único positivo saco de esta lectura de los "votantes sin ideales" es que al menos no nos dejamos convencer por aquello de mi partido es el mejor y siempre los votaré, hagan lo que hagan.
2.) ¿O será en realidad que en España somos el único país de verdad de centro? Eso nos permitiría pasar del centro-derecha al centro-izquierda (que es lo que tenemos, no nos engañemos) y no despeinarnos por el camino. Pero todos sabemos que esto no es verdad. El centro no existe, son los padres.

Se estiman en unos 19 millones de españoles aquellos que votan otros partidos minoritarios, o bien que se absienten llegadas las elecciones. En realidad, si estas personas se pusieran de acuerdo, darían mayoría absoluta al partido elegido. ¿Alguien sabe si en España hay alguna representación del partido que gobierna en Noruega, objetivamente uno de los más socialmente adelantados del mundo? Lo votamos los 19 millones y a lo mejor aprendemos algo. Incluso podrían llegar a crear el colapso de la democracia si decidieran votar en blanco. ¿Conocéis el Ensayo sobre la Lucidez de Saramago?

Votamos, al menos. Si no te conformas con eso estás perdido.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Una cuestión personal (Kenzaburo Oé)

Hoy voy a hablar de un libro que a nadie puede dejar indiferente. La historia que cuenta consigue crear en el lector, según vamos avanzando en la narración, una intranquilidad y una desazón que no terminan hasta que no conocemos el final. Porque a este personaje no se le llega a querer, como a tantos otros protagonistas; muchos especialmente, de hecho, creados para ser admirados, bellos y siempre ganadores, como suele ser taaaaaan habitual en muchas novelas. Pero a Bird tampoco lo podemos odiar, y hasta lo comprendemos a veces. También llega a darnos pena. Su "odisea" comienza cuando su monótona e insatisfactoria vida se ve interrumpida cuando su esposa da a luz a un bebé con una terrible malformación.

Cuando lo leí no sabía quién era el Señor Oé (no me digáis en que en castellano no es un apellido cojonudo, y más con el "señor" delante). El caso es que el Sr. Oé (ya voy a llamarle así por siempre jamás) es premio Nobel 1994 y a pesar de sus orígenes japoneses, se caracteriza precisamente por su estilo personal y alejado de lo que podría considerarse literatura oriental. Parece que su escritura está intensamente influenciada por su formación en literatura occidental. Sin embargo, y en mi humilde opinión - para nada especializada, no nos vamos a engañar- son inevitables ciertos tintes japos que encuentro en esta novela: esos ambientes opresivos, las descripciones originales y preciosas del entorno, que en este caso son lugares urbanos y totalmente decadentes o sucios.

La acción transcurre solamente en tres días, lo que implica un ritmo rápido y una sucesión de situaciones que se van sobreponiendo y que nos van sorprendiendo cada vez un poquito más. Pero sin llegar a ser frenéticos, lo que hace que podamos ir digiriendo lo que ocurre y por qué el personaje hace y piensa las cosas que hace y piensa.

He leído que Henry Miller (http://es.wikipedia.org/wiki/Henry_Miller) designó al Sr. Oé (lo he vuelto a hacer) como continuador nada menos que de Dostoievski (http://es.wikipedia.org/wiki/Dostoievski), supongo que por la fascinación y el trato que da Oé a la humillación, la vergüenza, la fatalidad. Tentador, ¿no? ;)) ¡Hala, a disfrutar!

Chicos de mi juventud

Hoy quiero hablaros de lo que fueron mis héroes (masculinos, claro, ¡acabáramos!) de juventud. Aquellos chicos por los que yo suspiraba en plena efervescencia grunge: esto quiere decir que muchos de ellos, a pesar de ser guapos, tenían algo de pinta de guarretes, ¡lo que viene siendo la moda, amigos!

Algunos son de sobra conocidos, otros no tanto. Pero tienen en común algunas cosas que voy a intentar diseccionar aquí y ahora, a quince años vista... No puedo evitar el tópico comentario de : ¡¡cómo pasa el tiempo, oyes!!
1. Todos eran mayores que yo.
No sé, pensaría yo en mi ingenuidad que igual les parecía una lolita apetecible y aquello me daba algún punto (¿?)
2. A todos los capté en la tele.
Desde luego, "en mis tiempos" era el escaparate estrella... ¡Cuando no había internet, colegas!
3. Casi siempre reflejaban lo que yo sabía que mis padres no querían.
En finx, ¿quién ha soñado con Jaime Bores como yerno de tu madre? Eso con 18 años, no se sostiene.

Y voy con el ránking:
Kurt Cobain, las mechas más grasientas del panomara musical. Qué decir de esta leyenda del rock, cuyo suicidio a los 27 años hizo que yo me vistiera de luto por primera vez en mi vida (yo tenía 17). Y ahora conmemoran los 20 años del lanzamiento su CD Nevermind. Si hago cálculos con los años empiezo a ver borroso...


Michael Hutchence, de INXS. Aunque reconozco que no era el que más, sí que me dió fuerte una temporada con este jamelgo. Hasta que taaaambién acabó malamente: colgado de su propio cinturón en la habitación de un hotel; que si suicidio, que si técnica sexual para una mayor autosatisfacción (lo que viene siendo una pajilla, vamos). Total, que tampoco puedo subir una foto actual.



Glenn Quinn. ¡Otro que ya no será! A estas alturas parezco casi una viuda negra. Podría decir qué bonito mientras duró, porque era un personaje secundario de Roseanne, la estupenda serie de EEUU que me dió las mejores sobremesas de aquella época. No puedo decir mucho de él: que era guapo y ya está. Murió de sobredosis.



Evan Dando, cantante de los Lemmon Heads. La chica de mi quinta que diga que este tío no le gustaba ¡miente! Lo tenía todo: era guapo no, lo siguiente. Su madre había sido modelo y el tío sabía posar pero bien. Y encima cantante (¡líder!) de un grupo de modísima, medio con pinta grunge -que ya he dicho lo que venía a significar- pero a la vez con el pelo limpio. Recuerdo que vinieron a tocar a Madrid en una ocasión y una amiga decía escandalizada: "¡Evan Dando a una hora de mi casa!". Me parece que ahora está tiradísimo con un enganche fatal a las drogas, arruinado y fijo que con el pelo sucio.


Daniel Johns, otro cantante de otro grupo de rock, en este caso Silverchair. Como veis, vamos mejorando con los grupos, aunque sospecho que si llega a cogerme la primera juventud en la época actual, acabo siendo fan-fatal de Justin Bieber lo menos. No hay tanto donde elegir, vamos. El caso es que éste es el caso más sangrante porque si hace 15 años el tío era guapo, ahora sencillamente está imponente. Pongo 2 fotos para comparar, quien no lo vea está ciego. Ah, cotilleo: es el ex marido de Natalie Imbruglia.


Brett Anderson. Vocalista de Suede. Y dejo lo mejor para el final porque de todos es el único que mantengo a mi lado. ¿Por qué? No sé, no es más guapo que los demás; pero es que yo sólo puedo serle fiel a uno, que no está la cosa como para ir saltando de un amor platónico a otro porque, oye, es muy cansado. Además, que una tiene ya sus cosas con sus amores reales y no hay tiempo para todo. Pero es el único al que he visto (varias veces) en persona, y prometo que no defrauda. Además, ¡se mantiene en perfecto estado de conservación!






sábado, 12 de noviembre de 2011

Fortunata y Jacinta (Benito P. Galdós)

¡¡Empezamos con los clásicos!! Ya sé que para muchísimos lectores casi todas estas obras pueden ser un pestiño, sin embargo yo soy de las que he disfrutado y espero seguirlo haciendo, con obras como ésta. Recomiendo especialmente su lectura a todos aquellos que quieran revivir lo que fué el Madrid del S.XIX, cuando la Castellana era prácticamente campo y los que tenían posibles se hacían por la zona sus "casitas de fin de semana" (estos son muchos de los palacetes que hoy todavía nos quedan, por ejemplo el del mismísimo Marqués de Salamanca, que actualmente es la sede del BBVA). De hecho, éste es uno de los temas curiosos que se mencionan en el libro.

Lo mejor, para mí, de Fortunata y Jacinta, es lo perfectamente bien que queda retratada lo que fue la sociedad del Romanticismo en Madrid, con sus detalles más curiosos y abarcando todas las clases sociales. En este sentido encuentro cierto paralelismo con  Balzac (grandísimo escritor francés destacado por el reflejo social que transmite en sus novelas http://es.wikipedia.org/wiki/Balzac). Con los detalles me refiero a las descripciones de los mercadillos, las corralas de vecinos, las tertulias en los cafés, la relación Iglesia-sociedad, cómo era el interior de las viviendas, qué era lo que se comía, cómo eran los nacimientos o los entierros.

Personalmente me apasiona esta época precisamente en esta ciudad. Y aunque no he llegado a ver la serie que se emitió por TVE (http://www.rtve.es/alacarta/videos/fortunata-y-jacinta/fortunata-jacinta-capitulo-1/445048/), leyendo esta obra he llegado a hacerme una idea bastante real de este batiburrillo de personajes y situaciones que rodean las vidas de aquellas dos mujeres. Me llamaron especialmente la antención las vidas de Juan, el principal nexo entre Fortunata y Jacinta: un señorito bien que no tiene necesidad de trabajar y ¡ojo! mantenido por sus padres a mucha honra de estos, como venía siendo habitual en este tipo de familias adineradas. Hoy por hoy, aunque sea por guardar las apariencias, hasta los hijos de Julio Iglesias hacen como que trabajan... Y qué decir de Mauricia la Dura, una pobre mujer pobre, madre soltera, irresposable y desequilibrada, que no tiene ni quiere tener dónde caerse muerta, pero que inspira una lástima de lo más humana. Un personaje ciertamente sórdido...



Galdós escribió un gran número de obras en su vida. Es destacable su gusto por la narración histórica, pero centrándonos en la novela, creo que en el caso de Fortunata y Jacinta su enorme valor reside en el perfil psicológico tan minucioso que llega a hacer de los personajes (¡y son muchos!), en detrimento de la fluidez de la historia, que hacia la segunda mitad puede hacerse algo monótona.

Sin embargo seguro que volveré a leerla algún día, para pasear por algunos de los sitios que cita el autor y poder decir, ¡pero si siguen ahí! Eso es lo maravilloso de las ciudades: que igual que las personas, todas tienen una historia. Y ambas están irremediablemente ligadas las unas a las de las otras.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Alejandro y yo

Hoy quiero confesar que vivo enamorada... En realidad no es de la Pantoja, con todos mis respetos por esta señora y las folklóricas en general, sino por el héroe por excelencia de la Historia Antigua, Μέγας Αλέξανδρος, querido Aléxandros III rey de Macedonia desde el 336 a.c. hasta su muerte por (presuntamente, que hay opiniones varias al respecto) paludismo en el 323 a.c. No voy a aburrir a nadie con datos históricos, lo prometo. Para consultar está Google, que recoge casi 2 millones de entradas por esta consulta.
Ha sido siempre admirado, principalmente porque consiguió vencer al Imperio Persa, la madre de todos los Imperios de la Antigüedad anteriores al Romano. Una acumulación tan vasta de territorio que nadie en su sano juicio se planteó conquistar, más por el temor a su gigantesco ejército, que por lo poderoso que fue militarmente. Y no se quedó ahí. Pero he prometido no dar la chapa en plan libro de texto.


No soy nada original buscando fetiches en la Historia, lo sé. Tampoco voy a ponerme romántica contando algunos detalles de lo que los entendidos opinan que pudo conformar su carácter: su ansia de ir más allá, el anhelo incombustible de un chaval que lo único que quería era llegar al final. De algo. De todo. De hecho, no se caracterizó por ser un buen gobernante, porque lo hacía en realidad era conquistar territorio tras territorio, fundar ciudades y puertos (varias Alenjandrías, de las que sólo pervive la ciudad egipcia) y seguir adelante con su ejército, pero dejando en manos de otros la gestión de estas provincias. Puede que esta sed insaciable de ir más lejos estuviera relacionada con las tensiones vividas en la infancia, tanto con su padre como son su madre, algo que convirtió su vida en una espiral de satisfacción por lo conseguido, (hasta el punto de ser considerado un dios, también por él mismo) e insatisfacción crónica al mismo tiempo. Magnánimo en el agradecimiento y terrible en la cólera. Viviendo como si fuera a durar para siempre, y a la vez como si fuera el último día.

Lo mejor de todo esto es que él también era fan y tenía sus propios héroes, a los que quería acercarse tanto en sus logros personales como en los militares. Por ejemplo, la relación tan intensa que mantuvo con su amigo Hefestión, comparable y paralela según él a la de sus idealizados Aquiles y Patroclo, héroes de Troya. O Ciro el Grande, mítico Gran Rey de Persia, que creó el impresionante imperio del que hemos hablado, y al que rindió homenaje en su propia tumba y al que pretendía emular. ¿No es curioso el hecho de que los héroes sean fans de otros héroes?



Bueno, al final algún datillo sí que ha caído. Pero es que es inevitable explicar por qué Alejandro es "el Magno", por qué desde el mismo día de su muerte fue adorado y admirado. Se dice que tanto Julio César como Augusto fueron a visitar su tumba (hoy aún no sabemos dónde está). A mí, en realidad me encanta el mito por varios motivos, como a miles de personas amantes de las leyendas de la Historia, ya he dicho que me confieso poco original. Pero es que he tenido la suerte de tener en mis manos montones de libros maravillosos (dejo aquí solamente estos dos "botones": uno es novela, el otro ensayo) sobre el tema que, lejos de dejarle a uno satisfecho con lo aprendido, avivan ese come-come de saber cómo serán otras opiniones, de volver a leer otra vez cómo cruzó el desierto o cómo enloqueció a la muerte de Hefestión, no sé, es como ver una buena peli muhas veces: sabes cómo termina, pero no te cansas de verla. Porque la imaginación es el proyector con el que vemos las películas que narran los libros.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Trabajar en tiempos de crisis

Efectivamente, amigos, voy a hablar de la situación de medio país. Solamente hace unos días que sabemos que el paro en España ronda los 5 millones de personas. ¿Cómo hemos pasado de ser un país receptor de trabajadores a estar en situación de "sobrarnos" tantos miles de ellos? Nadie lo sabe. O sí lo sabemos, puede que hasta sospecháramos que esto iba a pasar tarde o temprano, en el caso es que a muchos nos ha pillado el toro y aquí estamos: esperando a la séptima pregunta en busca de un empleo estable y de calidad. Ya: JAJAJA.
En realidad las personas de mi generación nunca hemos dejado de suspirar por ello. ¿Cuántos treintañeros conocéis que conserven su primer trabajo? Vale,muchos eran basuras de las que no se podía vivir, pero ni en esas circunstancias podías imaginar que al final acabarías pasando por tantas manos (es un decir, enfermos), laboralmente hablando.
Recuerdo haber vivido de mi padre hasta mis 20 años, yo y todos mis hermanos, que somos cuatro, por supuesto mi madre también, y ¡ojo! haberse pagado esa hipoteca a 12 años con ese único sueldo. ¿Es esto ficción?

En mi caso en particular, he tenido oportunidad de trabajar en un montón de sitios, unos con mejores condiciones que otros, siempre con ese anhelo de encontrar algo interesante y suficientemente estable como para construir una vida en torno a ello. Por ejemplo, comprar una casa cerca del trabajo hoy en día es tonturro. Total, para lo que nos va a durar... No quiero ni pensar qué pasará con las posibles modalidades de contrato temporal que dentro de 20 años puedan sacarse ("alguien", un ente difuso que no tiene por qué ser la CEOE, jolín) de la manga y con qué condiciones.

Lo peor de todo es que estamos en una situación en la que no sólo es difícil encontrar cierta estabilidad laboral, sino simplemente estar laboralmente activo. No quiero caer en el tópico de "es un buen momento para los emprendedores" o "hay que aprovechar para formarse y ser competitivo". Sí, si eso lo sabemos casi todos. A lo que me refiero es, ¿y después de hacer todo eso, QUÉ? ¿De verdad vamos a conseguir remontar a unas condiciones de trabajo a la altura de otros países europeos? ¿En serio que esto nos va a servir para llegar a algo mejor? En mi opinión, no es ése el camino por el que vamos, pero voy a decirlo en mayúsculas: recordando a Expediente X, QUIERO CREER.