viernes, 2 de marzo de 2012

Too fast too furious! (para ser un colibrí)

¿Aguien se ha fijado ya en que nuestras percepciones de la vida, del mundo en general, al volante no son las mismas que como meros peatones? ¿Ya hay filósofos que hayan tratado este tema? ¿Punset le ha dedicado algún programa? No sé explicarlo mejor, pero llevo unos días dándole vueltas a todas las cosas que he vivido como conductora y no sé, no creo que sean actitudes y situaciones personales. Que me pasan cosas raras, vale; pero seguro que las que voy a relatar aquí os resultan familiares a más de uno.

El otro día yendo yo a trabajar (con los ojos hinchados de sueño pero desde luego pintados), me situo como siempre en la fila del mogollón de coches esperando a bajar las curvas que me permiten tomar la Nacional. Estoy harta de ver cómo los coches nos pegamos los unos a los otros con la intención de meternos presión y darnos brillo; o simplemente por no hacer eterna la fila de coches que aún siguen esperando incorporarse... El caso es que hace algunos días voy detrás de un pedazo de Audi. Yo mantenía con él más o menos la distancia que el de atrás mantenía conmigo. Cuando veo que empieza a gesticular y hacerse el macarra desde su retrovisor. Se ve que le parecía que las luces de mi coche podían rayarle (con rayos X, sería) la carrocería de su pijomóvil. Ni que decir tiene que el mío es una carraca. Pero al caso: no sólo se me pone farruco, sino que además comienza a dar pequeños frenazos con la intención de tenerme a mí, a y los 35 coches que me siguen, atentos a su jugada. Al llegar a la rotonda -el final del infierno de la espera para todos - pegó un acelerón tipo Too Fast too Furious y me pasó dejándome en una nube de polvo. La venganza final.

Todos nos volvemos más irascibles al volante. No hace mucho me comentaron que un amigo iba en coche con su hermano, y que siendo éste el que conducía, al ser víctima de una pirula, se puso a hacer giros en el aire con el cable de un cargador de móvil. Mi amigo alucinó tanto con su hermano que le pidió parar. Imaginad un cargardor de móvil siendo girado en el aire por tu hermano al más puro estilo Búfalo Bill mientras tú apartas la cara para salvar la vida... P'abernos matao.


Lo más curioso de esto es que no es sólo la actitud lo que cambia, como decía antes: también la percepción. El otro conductor siempre es el malo. Invariablemente. ¿Creéis que yo no me acuerdo de los muertos del conductor que pone su coche a pocos centímetros por detrás del mío? ¡Qué agobio, por favor!

Incluso cuando somos conscientes de que la culpa de lo sucedido ha sido nuestra, siempre terminamos por culpar en gran medida a los otros conductores por lo que sea. A toro pasao si hace falta.

Os cuento otro ejemplo: otro día me crucé en medio de dos carriles pensando que se me cerraba un semáforo. Como podéis suponer, el semáforo en cuestión se cerró, y yo me quedé con toda mi dignidad y mis ojos hinchados (pero maquillados) en medio de varios montones de coches pitándome y personas mirándome con odio desde los dos sentidos. Yo hacía como que la cosa no iba conmigo y puse mi mejor cara de estatua griega, pero cuál es mi sorpresa cuando veo que me pasa un coche familiar donde su conductor me hace una pitada que no se la salta un gitano, y según avanza ¡¡me regaña también su hija que iba en el asiento de atrás!! Me puso una cara de "ya te vale" y hasta me señalaba con el dedo... Me dejó mal, la asquerosa. Total, que me faltó poco para bajarme y ponerme chula con el padre de la criatura. Que sí, yo había sido la que se cruzó los carriles, pero su hija es una marisabidilla que me dejó con ganas de decirle ¡ESTO ES ESPARTA!



Y es que hay actitudes que sólo te explicas porque estás al volante. Nunca he sido muy fan de los taxistas, pero es que... imaginad trabajar diez horas al volante en una ciudad como Madrid. Para acabar con tics nerviosos la jornada laboral, como poco.

Otro día, ya peatonalmente hablando, estaba con un amigo a la puerta de un edificio. Yo subí y mi amigo esperaba, pero cuando bajé me contó sorprendido que una motocicleta le había pasado muy cerca y cada vez más despacio. Cuando estuvo a su altura, la chica que iba montada atrás le alargó una pierna con intención de vete a saber qué. Yo supuse que de darle una patada, lo menos. El pobre, como encima era buenísima persona, entendió que el motorista y compañía lo conocían de algo, y no habían terminado de pasarle al ras cuando mi amigo se puso en medio de la carretera a decirles adiós con la mano (¿?). Qué indefensión tan grande la de ser peatón y bienpensado al mismo tiempo. Seguro que si eso mismo le pasa mientras conduce, arde Troya.

¿Por qué nos volvemos tan malas personas al volante?

Como habéis visto, los motoristas y otros centauros de las Vespas tampoco son bendecidos con el don de la paciencia en lo que a actitudes viales se refiere. Por algo algunos se hacen llamar Ángeles, sí ¡pero del infierno!  En otra ocasión, y ya termino con esta anécdota (aunque podría seguir), iba camino de casa cuando una motocicleta me adelantó, el motero se giró totalmente hacia mí diciéndome a voces "¡puta!, ¡putaaaa!". No digo que yo no hubiera hecho algo mal previamente. Pero imaginad mi cara: sin poder dejar de mirar hacia delante, viéndole todo el rato la cara y oyendo claramente los gritos a pleno pulmón (ojo: que yo llevaba mi radio puesta). Yo sólo pensaba que se iba a empotrar contra el coche de delante por mirarme a mí fijamente mientras me insultaba. ¿Y qué le digo yo a los atestados si me preguntan por sus últimas palabras?


 Total, que lo tengo asumido. Hoy he leído en algún sitio que el tiempo no es el que hace fuera, sino el que llevamos con nosotros dentro del coche. Debe ser una especie de laboratorio de doctor Jekyll y mister Hyde. O como el escenario de Lluvia de Estrellas, donde entras por una puerta, sale una nube de humo y a saber en quién te has convertido.





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5 comentarios:

  1. XDDD Me parto! Es verdad, se nos va la pinza... Además nos creemos que dentro de nuestro coche vamos en una burbuja y que los demás no nos leen los labios cuando les juramos en arameo... Hay mucho estreseao, yo no puedo con la gente que en cuanto te pones en el carril de la derecha a adelantar se te pegan al culo que yo creo que te quieren pasar por encima! Sobre todo los que llevan Audis, esos son los peores!
    Hace falta un poco de zen por la mañanas, la verdad...

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  2. Juajuajua! Lo del cargador cortando el aire ha sido muy fino, juajua... Dime la verdad, ¿alguna historia es inventada?

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  3. ¡Eh! ¿Y por qué ahora no sale "mi retrato"?

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  4. Ay madre... esos Audis... Todas y cada una son reales como la vida misma. Y lo de tu foto de perfil, ¿pero no te has dado de alta en Blogger como seguidor? Pues tendría que salirte, alma de cántaro.

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  5. Me parto, como siempre... Todavía me acuerdo de la historia del tío de la moto.

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